Éste es un año en el que muchos hogares darán el salto a la tele plana con la excusa de la Eurocopa o las Olimpiadas. De las estanterías de los comercios ya han desaparecido las teles de tubo –salvo uno o dos modelos- pero lo curioso es que casi han desaparecido también las de plasma.
Encontrar modelos que recomendar y que sean interesantes nos ha costado más de lo que costaba hace sólo un año. Algunas marcas que antes apoyaban las dos tecnologías —LCD y plasma- han abandonado esta última para centrarse sólo en LCD. Algunos de los que sólo apostaban por el plasma, como Pioneer, ya han anunciado que abandonarán sus fábricas y comprarán paneles a la competencia para sus modelos. El plasma, parece, está muriendo por momentos.
El problema es que competir con el LCD es imposible. En cuanto los fabricantes de paneles de cristal líquido se proponen saturar el mercado con un tamaño determinado —ayer 32 pulgadas, ahora 37 y 42 y mañana, por qué no, 230- los precios bajan hasta niveles ridículos y pasa lo que pasa, que las teles se acaban vendiendo en el supermercado de la esquina o las regala el banco por abrir una cuenta.
Encontrar modelos que recomendar y que sean interesantes nos ha costado más de lo que costaba hace sólo un año. Algunas marcas que antes apoyaban las dos tecnologías —LCD y plasma- han abandonado esta última para centrarse sólo en LCD. Algunos de los que sólo apostaban por el plasma, como Pioneer, ya han anunciado que abandonarán sus fábricas y comprarán paneles a la competencia para sus modelos. El plasma, parece, está muriendo por momentos.
El problema es que competir con el LCD es imposible. En cuanto los fabricantes de paneles de cristal líquido se proponen saturar el mercado con un tamaño determinado —ayer 32 pulgadas, ahora 37 y 42 y mañana, por qué no, 230- los precios bajan hasta niveles ridículos y pasa lo que pasa, que las teles se acaban vendiendo en el supermercado de la esquina o las regala el banco por abrir una cuenta.
En el pasado los fabricantes de plasma han evitado la masacre porque fabricaban tamaños que el LCD no podía replicar a un coste efectivo o huían a medidas descomunales como las 103 pulgadas, perfecta para un salón de tamaño medio si se pone en el techo o el suelo. Cada vez, sin embargo, quedan menos refugios.
Ahora parece que el plasma podría volver y con ganas de dar guerra. Desde LG me confesaron el otro día que a finales de este año podrían poner a la venta una pantalla de plasma de 32 pulgadas a un precio competitivo con el del LCD. Es la continuación de un modelo presentado el año pasado y que, creo, no llegó a estar disponible en España.
¿Hay alguna diferencia entre las dos tecnologías? La verdad es que el LCD ha mejorado mucho en los últimos cinco años pero el plasma sigue siendo más rápido a la hora de mostrar la imagen —unas 4.000 veces más rápido, de hecho- y tiene un contraste mayor.
Esto tiene ventajas evidentes, por ejemplo, a la hora de ver deportes. La pelota de un partido de fútbol no deja estelas ni pierde definición al moverse —las de golf, al igual que en el LCD o la tele de tubo, no se ven. Aún no han inventado nada para solucionarlo aunque me consta que se trabaja en ello, en serio-. También permite leer la letra pequeña de los anuncios. Con el LCD es como si estuvieras borracho.
Pequeñas diferencias, nada realmente dramático. El plasma, por su parte, también se ha librado de los problemas de efecto quemado en las imágenes y su tiempo de vida supera las 30.000 horas de funcionamiento en vez de los 3 minutos de las primeras generaciones. 30.000 horas pueden parecer pocas pero son 20 años viendo la tele cuatro horas al día y, seamos sinceros, teniendo en cuenta lo que suelen echar, es una tortura.
Este plasma de LG, eso sí no sería Full HD, sino HD Ready —algo que pasa también con muchos plasmas de 42 pulgadas. La resolución, en cualquier caso, sería mayor que la del modelo del año pasado-. Lo cual nos lleva a una de los grandes debates de la electrónica de consumo de hoy en día. ¿Realmente merece la pena tener Full HD en un televisor de menos de 50 pulgadas? Para mí la diferencia es muy poca, la verdad.
Fuente: diario El Mundo de España - www.elmundo.es
Pequeñas diferencias, nada realmente dramático. El plasma, por su parte, también se ha librado de los problemas de efecto quemado en las imágenes y su tiempo de vida supera las 30.000 horas de funcionamiento en vez de los 3 minutos de las primeras generaciones. 30.000 horas pueden parecer pocas pero son 20 años viendo la tele cuatro horas al día y, seamos sinceros, teniendo en cuenta lo que suelen echar, es una tortura.
Este plasma de LG, eso sí no sería Full HD, sino HD Ready —algo que pasa también con muchos plasmas de 42 pulgadas. La resolución, en cualquier caso, sería mayor que la del modelo del año pasado-. Lo cual nos lleva a una de los grandes debates de la electrónica de consumo de hoy en día. ¿Realmente merece la pena tener Full HD en un televisor de menos de 50 pulgadas? Para mí la diferencia es muy poca, la verdad.
Fuente: diario El Mundo de España - www.elmundo.es
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