Ni Buzz ni Wave han cuajado. Chrome OS aún es un espejismo. Blogger jamás volverá a ser lo que fue. Bing es una seria amenaza. Y hasta las autoridades de ambos lados del charco miran con lupa cada paso de Google. Una compañía que, en el último año y medio, parece haber perdido la frescura: faltan productos innovadores y sobran anuncios en la Superbowl y campañas de márketing.
Durante los últimos 12 años los trabajadores de Mountain View han revolucionado la forma de informarnos, de comunicarnos y de relacionarnos una y otra vez: búsquedas, publicidad, mapas, vídeos, correo electrónico... casi todo lo que hoy consideramos 'normal' nació, o se perfeccionó, en la sede de la compañía del buscador.
Todavía hoy lanzan productos curiosos y compran compañías prometedoras. Pero han perdido la frescura. O, mejor dicho, se la han robado empresas como Twitter o Facebook y chavales como Andrey Ternovskiy.
Vamos, que da la sensación de que Google ya no es lo que era, pese a que tengan tantos datos de nosotros, incautos internautas, que en ocasiones hasta asuste.
A cambio, su último gran producto, Chrome, ha cuajado. Hoy es, probablemente, el mejor navegador del mercado: rápido, ligero, útil, versátil, bien sincronizado, con extensiones, preparado para el futuro -HTML y CSS 3-... pero han tardado más de un año en solucionar todos sus problemas y en hacerlo funcionar como es debido en la mayoría de las plataformas.
Y yo, cansado de Firefox, sobre todo de su lentitud de carga y de su elevadísimo consumo de recursos, me he pasado a Google Chrome. Hace la vida más fácil tanto en OS X como en Windows y, con el lanzamiento definitivo de las extensiones, no hay apenas nada que Firefox pueda hacer y Chrome no. Si acaso se echa de menos el maravilloso Firebug en determinados momentos, pero es un problema muy particular.
Eso sí, he tardado un año y medio, lo que ha necesitado Google para hacer que el producto funcionase. Mucho tiempo. Quizás demasiado (El Mundo – España)
Durante los últimos 12 años los trabajadores de Mountain View han revolucionado la forma de informarnos, de comunicarnos y de relacionarnos una y otra vez: búsquedas, publicidad, mapas, vídeos, correo electrónico... casi todo lo que hoy consideramos 'normal' nació, o se perfeccionó, en la sede de la compañía del buscador.
Todavía hoy lanzan productos curiosos y compran compañías prometedoras. Pero han perdido la frescura. O, mejor dicho, se la han robado empresas como Twitter o Facebook y chavales como Andrey Ternovskiy.
Vamos, que da la sensación de que Google ya no es lo que era, pese a que tengan tantos datos de nosotros, incautos internautas, que en ocasiones hasta asuste.
A cambio, su último gran producto, Chrome, ha cuajado. Hoy es, probablemente, el mejor navegador del mercado: rápido, ligero, útil, versátil, bien sincronizado, con extensiones, preparado para el futuro -HTML y CSS 3-... pero han tardado más de un año en solucionar todos sus problemas y en hacerlo funcionar como es debido en la mayoría de las plataformas.
Y yo, cansado de Firefox, sobre todo de su lentitud de carga y de su elevadísimo consumo de recursos, me he pasado a Google Chrome. Hace la vida más fácil tanto en OS X como en Windows y, con el lanzamiento definitivo de las extensiones, no hay apenas nada que Firefox pueda hacer y Chrome no. Si acaso se echa de menos el maravilloso Firebug en determinados momentos, pero es un problema muy particular.
Eso sí, he tardado un año y medio, lo que ha necesitado Google para hacer que el producto funcionase. Mucho tiempo. Quizás demasiado (El Mundo – España)
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